En esta ocasión aprovechamos para ir a ver los torneos medievales que se celebran en la Huerta del Obispo. Disfrutamos mucho con el evento aunque he de decir que nuestro caballero no ganó el combate.
Cuando llegamos dejé a Raquel y a los peques para que fueran a comprar los tickets del torneo mientras yo aparcaba el coche. Fue algo difícil encontrar sitio, pues se nota que la ciudad recibe muchísimos visitantes.
Una vez lo conseguí, me fui hacia La Huerta del Obispo donde me estaba esperando la familia. Allí había montadas un par de gradas. No tuvimos ningún problema para coger sitio, es bastante grande aunque también es cierto que era viernes. Igual el sábado y el domingo hay mucha más gente.
En el torneo nos lo pasamos muy bien, fue muy animado y sentimos que estábamos en otra época. Hay cuatro caballeros y cada zona de la grada pertenece a uno de ellos. Nosotros eramos del caballero blanco y fue muy divertido el pique que se crea entre las diferentes zonas de la grada, siempre con las risas de por medio.
Nos gustó mucho ver a los caballos pasar a toda velocidad desde tan cerca y la verdad es que los caballeros estaban muy metidos en el papel. Pudimos verlos cogiendo anillas, pasando por un arco de fuego, tirando la lanza hacia una diana y finalmente luchando entre ellos, primero desde los caballos y después con las espadas. Es un espectáculo que merece la pena.
Una vez acabó nos dirigimos justo al lado, donde estaban montadas las atracciones para los pequeños, el barco, la noria, los paseos en camellos, cetrería y demás. Es una zona muy amplia por lo que no había mucha aglomeración de gente.
Mis peques estuvieron un buen rato entretenidos con los juegos de madera, disparando con una catapulta o jugando al típico juego de la rana.
Desde aquí nos fuimos hacia la Calle Mayor, que tenía muchísimos puestos y aquí sí, mucha gente. Esta calle es muy bonita, pero engalanada y con los puestos queda preciosa. Sientes que estás en otra época. En el paseo nos cruzamos con unos músicos que animaban a la gente, pasamos por la Casa de Cervantes y cuando llegábamos a la Plaza Cervantes y casi sin darnos cuenta aparecieron entre nuestros pies un grupo de ocas que iban en sentido contrario.
La plaza de Cervantes también lucia preciosa con muchísimos puestos y un ambiente muy animado, pues en ella se realizan muchas actividades.
Justo al lado de la estatua de Cervantes pudimos ver dos espectáculos. Uno, el de un malabarista disfrazado de esqueleto que hizo un show bastante divertido y el otro, un espectáculo de música, fuego, danza y malabares muy chulo.
Los niños se quedaron alucinados con un tragafuegos que realizaba unas llamaradas enormes desde su boca. Este mismo hombre metió un antorcha en su pantalón como podéis ver en la foto, desde luego daba cosa hasta verlo :).
Como podéis ver nos cundió muchísimo la tarde noche, siempre es un buen plan ir a Alcalá de Henares, pues es una ciudad preciosa. Pero ir a ver su Mercado Cervantino es casi una cita obligatoria. No os lo perdáis, de verdad que merece la pena.
Vuela con tus hij@s, cada momento será irrepetible.
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